jueves, 29 de julio de 2010

Ibon Aranberri. Gramática de meseta (exposición en Silos hasta el 14 de noviembre)


Reproducimos aquí la descripción que hace el Museo Reina Sofía de la exposición que ha organizado, y que cuenta con una estela romana procedente de la iglesia parroquial de San Pedro de la Nave (Zamora).

Fechas: 14 de julio – 14 de noviembre de 2010
Lugar: Abadía de Santo Domingo de Silos, Burgos
Organización: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Comisaria: Nuria Enguita

Ibon Aranberri. Gramática de meseta

Una parte de materia pétrea e inerte se extrae y se labra para ajustarse a un segmento de la obra. Las piezas son trasladadas una por una y retocadas para su conservación. Se cubren de escayola como medida protectora para evitar el deterioro de su ornamento. A continuación, son numeradas a mano con pintura y diseminadas en una ladera tras ser desmontadas. Pueden permanecer así durante años hasta que una decisión política decida su nueva ubicación. Finalmente, son trasladadas a su destino mediante bueyes o vehículos motorizados, dependiendo de los recursos mecánicos de la época. En una complicada acrobacia material, se levantan unos enormes andamios de madera para facilitar el trabajo arduo de recolocación de las piedras. Según el criterio aplicado, se respetan las simetrías de su origen o son modificadas.

En las zonas poco expuestas a la lluvia, los restos de escayola sobre moldura y la pintura de los números han permanecido hasta nuestros días.

En casos singulares, el borrado intencionado de los números mediante desgaste ha provocado una huella negativa de las inscripciones.

Se construirá un embalse, una nueva autopista o una estación de ski. Estos megaproyectos serán causantes de la destrucción del patrimonio o bien atraerán restos catalogados ante la necesidad de fundar una nueva identidad sobre lugares desprovistos de memoria emblemática. A veces, se tratará de un mero traslado dentro de la ciudad o del fragmento de una ruina en las afueras, reubicada en el centro histórico, motivado por la representación de poder que nos otorga el patrimonio monumental. A partir de los elementos más característicos de estos vestigios, se levantarán edificios nuevos con formas y funciones distintas a las originales. Eventualmente, estas nuevas composiciones preservan un valor de uso equivalente al estado anterior, implementado incluso por su propio efecto. La mayoría de las veces, tal cualidad se pierde al modificarse su valor original y dar paso a un estereotipo de monumento-objeto.

Eligiendo un punto arbitrario sobre el mapa, se podrá decidir el nuevo asentamiento. Por inercia, se recomendará su traslado a los jardines de la capital o al centro localizado de una nueva urbanización. En el mejor de los casos, terminará en un nuevo asentamiento próximo al primero, como consecuencia de la defensa ejercida por la comunidad.

En un primer período se completarán en el traslado las partes ausentes o derruidas de la construcción. Según pasen las décadas, la morfología truncada de la propia ruina será respetada hasta reproducirla al detalle. La iconografía transplantada se podrá de esta manera asimilar como elemento visual en la difusión corporativa de las entidades implicadas. Se colocarán paneles informativos adecuados a la nueva clase de visitantes. Hiperbólicamente, el nuevo escenario será alumbrado en la oscuridad, mediante electricidad suministrada por empresas patrocinadoras. Así, el exterior adopta una nueva función contemplativa, en sustitución del vaciamiento litúrgico del interior. La piedra se convierte en superficie de conducción de la electricidad.

Generalmente, estos episodios suceden alejados de la costa y de los tradicionales ejes de comunicación. Se puede deducir que en lugares remotos y escarpados es donde mejor se ha preservado el patrimonio antiguo en su estado primigenio. Al toparse con la expansión de las infraestructuras modernas es cuando las conmociones de la memoria toman lugar.

El uso de materiales contemporáneos en la reconstrucción genera a su vez nuevas variaciones morfológicas y semánticas. Las juntas entre la sillería se rellenan ahora de cemento y resina. En consecuencia, la nueva construcción acabará dilatándose respecto a las medidas del original, como la metáfora de una ficción sobrerrepresentada.

El traslado de la arquitectura histórica es una práctica no recomendada por la teoría restauradora y la legislación derivada de ella, por el peligro que supone para la integridad de los valores documentales, históricos y artísticos de los monumentos. No obstante, ha sido una modalidad utilizada durante el siglo XX.

Toda producción resulta hoy transferible y volátil. Los elementos cambian de lugar y de aspecto constantemente. La transformación del paisaje por acción manual ha tocado su fin, la necesidad primaria del ser humano ha sido satisfecha. Ya no queda razón industrial para carreteras o centrales nucleares. Con la posmodernidad todo enclave es como cualquier otro (excluyendo algunos desiertos o montañas que se muestran inhabitables). Las motivaciones de las grandes obras son ahora simbólicas o espirituales: a la manera de las piedras que son transportadas una por una. Hipotéticamente, estas ordenaciones se sintetizan como intervenciones deland art. Sites y espacios topológicos recodificados, resultado inesperado de la largamente proclamada comunión entre arte y naturaleza.

El camino entre el lugar A (origen) y el lugar B (destino) puede ser largo o corto y en cualquier caso resultará una migración constante, llena de acontecimientos, en cualquier punto a través de la línea ideal entre ambos polos. No será, está claro, un mera recolocación de la materia. Hay objetos que transportamos con nosotros, otros que permanecen. Como una transacción de materiales y de memoria, memoria construida y desmantelada una y otra vez. De esta manera el objeto visible sustituye a la memoria. La distancia entre el A y el B genera la manera por la cual apreciamos el origen y la idea del “espacio primigenio”

Poco queda del pasado glorioso, ni siquiera ruinas o columnas. Dicen los movimientos radicales: miraremos al sol, las nubes, las estrellas. Ya no hay necesidad para cobijo, desde que las condiciones climáticas y el mecanismo corporal de termorregulación han sido modificados para garantizar un confort total. Como mucho podemos jugar a construir refugios, a construir arquitectura, a construir monumentos. El movimiento de individuos y sus asentamientos interactúa constantemente, creando así una corriente continua. Los flujos y las migraciones del individuo pueden deducirse de la regulación de normas precisas, la distancia entre lugar A y B, atracción - reacción, destrucción - reconstrucción.

Se habla de la disfuncionalidad de las obras civiles, de la irracionalidad de los traslados. Ciudades vacías, grandes infraestructuras, zonas de esparcimiento, destinos de peregrinaje espiritual, vértices geodésicos, son diferentes expresiones de un deseo análogo, en un intento de controlar el entorno natural desde unos significados económicos.

El modelo anhelado constituye la lógica selección de estas tendencias en desarrollo: la eliminación de toda estructura formal, la transferencia de toda actividad diseñada a una esfera conceptual. En esencia, la renuncia a la producción y el consumo, la renuncia al trabajo, son visualizadas como una metáfora “afísica”. En un continuo tránsito de materia y energía, la destrucción se yuxtapone a la preservación. La transformación elimina el poso de la memoria, a la vez que activa la vida de la entidad afectada.

Gramática de meseta se dibuja como el resultado imperfecto de una totalidad: confirma la transcendencia de un relato y la imposibilidad de una construcción lineal. Desde una óptica descentrada, subterfugio de la inviabilidad del esfuerzo de aprehender los registros, se evoca un relato universalizador. Como una historia de historias o una continuidad interrumpida. Distintos géneros se solapan: por una parte, el intento vacío de catalogación de originales depositados en archivos, tanto de grandes empresas como de colecciones privadas de fotógrafos aficionados; por otra, el resultado casual de un acercamiento itinerante y actualizado hacia esos mismos lugares a través de la cámara.

El rock radical vasco y las vanguardias históricas fueron el arranque de su actividad creativa. Aranberri estudió Arquitectura, Bellas Artes y Diseño, y desarrolló su obra dentro de los parámetros del conceptualismo. Sus trabajos gozan hoy de gran reconocimiento internacional. Participó en la Manifiesta de Fráncfort en 2002 y fue el único español seleccionado para participar en la Documenta de Kassel de 2007, año en el que expuso en la Kunsthalle de Basel. En el año 2005 recibió el premio Altadis de Artes Plásticas y al año siguiente se hizo con el premio ARCO para jóvenes artistas.

Metahistoria o la exposición como antítesis. El encuentro tridimensional se sugiere desde una adaptación negativa de lo documental; la presencia de una estructura espacial que articula la transmisión de contenidos significa a la vez su vaciamiento. La opacidad del artefacto acaba difuminando la potencialidad narrativa del registro.

Biografía

Nace en Itziar, Guipúzcoa. Licenciado en Bellas Artes en 1994 por la Universidad del País Vasco, Bilbao. Asiste a los talleres de Arteleku, San Sebastián, a mediados de los 90. Continúa sus estudios en CCA-Kitakyushu, Japón. Colabora en sus inicios con el proyecto Consonni, Bilbao, 2000. Participa en Manifesta 4, Frankfurt 2002. Entre sus últimas exposiciones destacan On working with (Ir.T.nº 513), Iaspis project room, Estocolmo, 2006; Documenta 12, Kassel 2007; Integration, Kunsthalle Basel, Basilea, 2007; Disorder, Frankfurter Kunstverein, Frankfurt, 2008; 16th Biennale of Sidney, 2008. Actualmente prepara una exposición individual en la Fundació Antoni Tàpies, Barcelona, 2011.

martes, 6 de julio de 2010

Una estela de San Pedro de la Nave, expuesta en Silos


El próximo 14 de julio abrirá sus puertas en la Abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos) la muestra Gramática de meseta del artista Ibon Aranberri (Itziar-Deba, Guipúzcoa, 1969). Esta exposición, organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, analiza la manera en que el patrimonio cultural es transformado por la historia y la cultura industrial. Gramática de meseta discute el monumento, la ruina y la espacialidad del propio recuerdo, sirviéndose de documentos procedentes de archivos históricos, así como de la perspectiva actual y de su investigación sobre las infraestructuras eléctricas de la primera mitad del siglo XX.

La exposición tratará de explorar, mediante los mecanismos del arte, la latencia de estados cambiantes en el patrimonio histórico, oscilando entre lo primordial y lo actual de la arquitectura antigua. Este ensayo visual se construye a partir de varios casos de traslado piedra por piedra de patrimonio arquitectónico a causa de la construcción de grandes infraestructuras en la Península Ibérica. En relación con este asunto, el espectador que visite la exposición, encontrará una serie de fotografías, una proyección y una estela funeraria procedente de San Pedro de la Nave (Zamora).

Ibon Aranberri utiliza en sus trabajos referencias de carácter histórico con las que trata de llamar la atención del espectador para inducirle a la reflexión. Destaca su participación en la Manifiesta de Fráncfort en 2002, así como haber sido el único español seleccionado para participar en la Documenta de Kassel de 2007, año en el que también expuso en la Kunsthalle de Basel. En el año 2005 recibió el premio Altadis de Artes Plásticas y al año siguiente se hizo con el premio ARCO para jóvenes artistas.

jueves, 1 de julio de 2010

San Pedro de la Nave celebra misa como hace mil años


La iglesia visigótica de Zamora acoge un oficio en rito hispano mozárabe, como los que celebró hasta el año 1080. Así lo cuenta José Luis Cabrero en El Mundo (ed. Castilla y León, 30/06/10).

Los milenarios capiteles de la iglesia de San Pedro de la Nave, situada en El Campillo (Zamora) y construida en el siglo VII, fueron ayer mudos testigos de la celebración de una misa oficiada siguiendo el rito hispano mozárabe.

Este tipo de liturgia no tenía lugar en el interior del templo desde el año 1080, cuando se introdujo en la iglesia española el rito latino. Además, es la única iglesia de la provincia de Zamora y una de las pocas de España de estilo visigótico y por tanto construida con anterioridad a la invasión musulmana, de ahí que en su interior los mozárabes mantuvieran la fe “en los tiempos en los que no tenían libertad para expresarla”, según explicó a los numerosos fieles que se apiñaron en el interior del templo zamorano el oficiante principal, profesor de Liturgia y experto en el rito hispano mozárabe, Manuel González.

La misa, celebrada siguiendo la llamada “forma antigua”, tuvo una duración superior a la hora y media, aunque en los fieles congregados en su interior no hizo demasiado mella el cansancio. Las razones que explican esta circunstancia tienen que ver precisamente con las peculiares características de este tipo de liturgia. Aunque “la palabra de Dios y la eucaristía siguen siendo los grandes protagonistas”, señala Narciso Lorenzo, delegado de Liturgia en la Diócesis de Zamora, el rito hispano mozárabe se caracteriza por ser “muy descriptivo, muy emotivo y, sobre todo, muy participativo”. Los asistentes a la celebración fueron requeridos en numerosas ocasiones para refrendar con sus amenes las palabras pronunciadas por sacerdotes y oradores.

Las diferencias con respecto al rito latino también se extienden a lo formal, dado que en este tipo de celebraciones los sacerdotes ofician de espaldas a los asistentes a la misa. “Lo que hay que entender es que no lo hacen de espaldas al pueblo, sino con el pueblo, mirando hacia Dios todos juntos”.

Otras partes de la misa latina perviven en esta celebración mozárabe pero ocupando otros momentos de la misa. Por ejemplo, señala Narciso Lorenzo, “la paz se da antes de la eucaristía y el credo se reza antes de la comunión”.

Fueron, precisamente, esas alteraciones en los ritmos habituales de una misa los que sorprendieron a los fieles, como es el hecho de que los sacerdotes, seguidos de los turiferarios, accedieran al templo desde el exterior simulando una especie de procesión.

Además, el pan y el vino, antes de ser consagrados, son recogidos por parte de los fieles para entregarlos a los sacerdotes en el altar.

El incienso fue un elemento destacado dentro de la celebración, no sólo por la figura de los turiferarios, que portan los incensarios vestidos con unas llamativas túnicas doradas, sino también por el ambiente que se creó en la iglesia. Manuel González invitó a los asistentes a mantenerse en silencio “para escuchar cómo se consume el incienso y dar a las piedras la oportunidad de que les hablen”.

La iglesia de San Pedro de la Nave es la única iglesia de la provincia de Zamora que queda en pie en la que se celebró la misa en rito hispano mozárabe en su tiempo, en sus orígenes, ya que el resto de las iglesias zamoranas son posteriores.

Esta particular celebración se produjo para conmemorar la festividad de San Pedro, santo titular del templo. La Diócesis espera que esta práctica pueda mantenerse y repetirse en años sucesivos.